Mi foto
Cordoba, Andalucía , Spain

martes, 27 de enero de 2015

Deserve (Pag 6)

Aunque ya era mediodía, el cielo lucia gris, casi negro para ser exacta, posiblemente era señal de que habría tormenta, y la idea solo me agradaba cuando estaba en casa metida en la cama.
Sin embargo, me encontraba a 30 minutos de mi casa, tirando mis pesadillas envueltas en piedras al río.
Mirando al cielo oscuro, volví sobre mis pasos cuando empezaron a caer algunas diminutas gotas.
Mientras mas aligeraba mis piernas, mas parecía llover.
No habrían pasado mas de 5 minutos cuando ya me encontraba totalmente empapada, y no sabia si era del agua o de mi propio sudor; lo único que en ese momento podía pensar era que llegaría a casa completamente descompuesta y con los huesos entumecidos, capaz de mantenerme en pie.
Como poco cogería un resfriado de los que duran semanas.
Pero claro, lo peor no seria eso, si no aguantar semanas en estado de descomposición en mi propia cama mientras escuchaba los lamentos de mis padres.

- Oye chica ¿por qué no subes? Vas a acabar empapada. - Miré hacia mi lado izquierdo, rebajé mis pasos y me coloqué a la misma velocidad del coche que misteriosamente había aparecido.

- ¿De donde habría salido? - Creo que estaba tan sumergida en mis cosas que ni si quiera escuche como se acercaba aquel motor tan ruidoso que apenas dejaba oír la voz del señor.

El volante era manejado a manos de un hombre mayor, pero quizá no llegaba a los 80 años de edad.
Detrás pude entrever una figura, pero no podría deducir de que sexo era, puesto que el gorro de una sudadera le tapaba la cara.

El acontecimiento en aquel mismo momento no me hacia confiar, un coche que no sabia de donde había salido, y dos personas, las cuales estaba segura de no haber visto en mi vida. Un hombre mayor con cara apacible y amable conduciendo y detrás alguien sin identificación que no se dignaba si quiera a dejarse ver.

- Oye, ¿Vas a subir? - El hombre sin perder su sonrisa afable, insistió, pero yo seguí inmóvil en el asfalto, empapándome.

De pronto algo tiro de mi y me subio al asiento trasero del coche en segundos.

- ¿Donde vives? - me pregunto la voz proveniente de la capucha. Una voz masculina, fría y con apariencia oscura.
- En la calle del Este Sur, cerca de la plaza de las estatuas de Tyr. - Dije con voz temblorosa y entrecortada.
- Disculpa a mi nieto, se ha despertado un poco pronto para ayudarme y eso no le ha sentado demasiado bien. - Me contestó el señor.








domingo, 4 de enero de 2015

Deserve (pag 5)

Abrí los ojos con dificultad, estaba comenzando a amanecer y mi estómago rugía como consecuencia de no haber cenado la noche anterior.
Llevaba sin probar bocado desde el mediodía del anterior día, y estaba pasando factura. Me revolví y desperezé en la cama.
Los lados que no podía cubrir mi pequeño cuerpo estaban fríos, demasiado, me acurruqué en mi misma formando un ovillo con las mantas que tenia.
Ya no podía dormir; mi estómago no paraba de gritarme para que sucumbiera aquel dolor que mis tripas provocaban, pero a la vez una espesa bola se estaba formando en mi garganta impidiendo si quiera pensar en la ingesta de algún alimento.
Todavía seguía dando vueltas a la charla tan extraña de la noche pasada, ni si quiera sabia como debía pensar, quizá sacarlo de mi mente era lo más correcto pero ¿como?
La curiosidad seguía apoderándose de mi y necesitaba un método para frenarla antes de que fuese algo imposible.

En mi cabeza se instauró una lucha que debatía si intentar levantarme de la cama y despejarme o buscar una solución.
Aunque también intenté dormir un poco mas para posponer el nuevo reto que había surgido; es lo que siempre hago cuando tengo problemas, ya sea conmigo o con el mundo exterior. No era la mejor manera de afrontar mis propias dificultades, pero al menos las apaciguaba hasta que volvían a llamar a mi puerta.
Habían pasado cerca de dos horas desde que me desperté hasta que termine de atar los cordones de mis zapatillas negras.

Antes de salir tome un vaso de agua para aguantar un poco mas sin comer.
A veces me entraba un sentimiento de asco y repugnancia hacia la comida, se me cerraba el estómago completamente aunque necesitara comer, pero nunca me preocupé mucho.
Salí y guarde mis llaves en la chaqueta azul oscuro que me regalo una amiga de mi madre en mi cumpleaños.
Saque un mp3 viejo y desgastado y pulse el play.
La musica ha sido uno de mis mayores placeres desde que tengo uso de razón, poseo de tantas melodías y canciones que suelo sorprenderme cuando aleatoriamente comienza alguna que no sabía ni que tenía.
Aun así, desde hace tiempo elijo con cautela el que será mi acompañante durante mis paseos, como es la música instrumental.

Me resulta extraño el sentimiento de renegar y aborrecer todo lo que conozco o incluso lo que hace que me sienta viva. Buscándome, encuentro días en los que no hago más que estar tirada en mi cama, maldiciendo el encontrarme ante esa situación que solo me genera estrés.
Me siento mal, pero no quiero ningún alivio. Y lloro.
Me hundo en mi, siento mi peso y no me importa desbordarme.
Y entonces me doy cuenta de que temo toparme con mis sentimientos cara a cara.